Así tomé la mano de Fidel Castro

Fidel y este bloguero en ameno encuentro. 

Quién lo dijera. Toqué la mano de Fidel Castro. O algo así. Quizá la mano de su historía, de su confianza, de su memoría transcrita. Pude imagnar las sonrisas que el jefe de la Revolución Cubana brindó al tacto de quien por un momento posó su mano sobre la mía en un saludo cordial.

Es una historia poco común.


En el año 2010, el Estado cubano editó el más reciente libro escrito por Fidel Castro. Una obra de dos tomos titulados “La Victoria estratégica” y “La contraofensiva estratégica”, donde el Comandante expone de su propia letra detalles de la gesta revolucionaria de 1953 a 1959 que libero a Cuba del despotismo estadounidense bajo la administración de Fulgencio Batista. Los libros bien podrían comprendenerse como una biografía guerrillera.

Desde que conocí de su publicación, me dediqué a buscarlo. Pedí información sobre su exposición en México a lo largo de estos años pero fue decepcionante el fracaso. En sendas oportunidades de viaje a Colombia y a Chile -sobre todo en éste ultimo donde el Partido Comunista forma parte del Gobierno-, pregunté por la obra, pero el resultado fue el mismo decepcionante “No”. Más frustrante aún fue no encontrarlo en Cuba misma. Los ejemplares estaban agotados. Debo decir que, de alguna forma, me resigné. Comprendí que era posible que todo el mundo quería una pieza. Todo el mundo, literalmente. Los libros han sido editados hasta en japonés. En Venezuela, el gobierno los obsequió al público en una feria del libro. No obstante me contenté en leer sus capítulos en digital, mediante las versiones publicadas a modo de artículos en el portal Cubadebate.


Mi decepción se hallaba en el hecho de no poder contar con, seguramente, el libro más importante escrito por Fidel Castro, cuya estatura histórica no está sujeta a juicio. También por ser yo mismo admirador de su gesta, su politica y su pensamiento. Creí (y lo confirme al leer el libro digitalmente) que no pudiera escribirse un mejor relato de un suceso que marcó un cisma en los anales del mundo. Pues qué mayor testimonio de la Revolución, que aquel obtenido de las palabras de su protagonista.

Hace poco más de una semana, recientemente aterrizado en La Habana, di un paseo por el casco de La Habana Vieja como es imprescindible para cualquiera que visite la ciudad. Muy cerca del puerto, en la Plaza de Armas y frente al Palacio de los Capitanes Generales -mientras los gorriones buscaban migajas desvergonzadamente entre las zancadas desidiosas de los paseantes; un perro que ladra, una orquesta que todo lo anima-, encontré en uno de los tradicionales puestos de libros viejos que ahí se yerguen… mi apetencia. Al fin. Por 15 pesos, sí, al fin, pude tener conmigo los dos tomos escritos por Fidel.

Paseando por La Habana Vieja. FOTO: Oficio Rojo

Paseando por La Habana Vieja. FOTO: Oficio Rojo

Paseando por La Habana Vieja. FOTO: Oficio Rojo
Regresé a México el pasado lunes 22 por la tarde. En el aeropuerto José Martí y luego a bordo del avión, sólo hice leer el libro. ¿Casualidad o destino? Pocas veces al volar me toca sentarme en el pasillo, pero ocurrió esta vez. Es un libro grueso, pesado, de modo que bajé la mesita del asiento y así me dediqué a leer lo que tantas veces quise tener entre mis manos. 

Ya sobre los 10 mil pies de altura, verdaderamente concentrado en la lectura, una sombra de mujer rozó mis hombros y de repente se detuvo.  No hice caso pues viajar a la vera del paso de quienes que van y vuelven del baño del avión, es algo con lo que tienes qué lidiar. Pero la sombra de mujer no pasó de largo. Presentí una sonrisa, y empujado por la curiosidad, alcé la mirada. Lo que era sombra, se vuelve un abrigo negro y un atuendo gris bien colocado.. No era una turista. No venía de bermudas, abrumada por el calor tropical como nos toca a los forasteros. Entonces la sonrisa, detenida, me habló: “Yo edité ese libro”.

Fidel Castro y Katiuska Blanco en la presentación de "Fidel, guerrillero del tiempo"., 2012. FOTO: Cubadebate
¿Será? Reviso el colofón del libro y descubro el nombre de Katiuska Blanco Castiñeira. Ni más ni menos que la biógrafa de Fidel Castro, editora de “La Victoria estratégica” y autora de otros tres  libros más sobre el Comandante, incluido “Fidel, guerrillero del tiempo”, una entrevista con el jefe de la Revolución que aborda sus memorias de infancia, recuerdos de su vida antes y después de 1959.

Acudo a  ella y le pido dedicarme el libro. Lo hizo. Conversamos brevemente, tan breve como dictan los manuales no escritos de conducta a bordo de un avión, y luego estreché su mano, despidiéndome. Algo le dije en este momento, no se qué fue. Balbuceé, quiza, pues en la garganta contenía lo que verdaderamente quería comentarle… “¿Con esta mano ha saludado tantas veces a Fidel?”. De haberlo dicho hubiera sonado estúpido. Sin mucha diferencia ante un adolescente fanático de cierto cantante. Francamente me importa nada dar esa impresión. Y no sé por qué lo confieso ahora. Acaso para evidenciar los fascinantes pasajes de vida que puede traernos un libro. Acaso para dejar testimonio de la ocasión: Y fue así como tomé la mano de Fidel Castro. O algo así.



Katiuska Blanco está en México para presentar el libro “Fidel en el imaginario mexicano”. Un libro donde diversos personajes de este país exponen sus opiniones sobre el Comandante. Con suerte, esta vez no tarde seis años en obtener un ejemplar.

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