Muerte y resurrección del Partido del Trabajo



El sistema electoral en México es, entre otras cosas, un instrumento de venganza.

Las recientes elecciones al Congreso federal (y a alcaldías y Congresos locales en algunos Estados) sucedidas aquí el 7 de julio pasado, fueron la ocasión para el descarrilamiento del Partido del Trabajo, un partido político de izquierda que llevaba a un grupo de candidatos que amenazaban con impulsar desde la Cámara la destitución del presidente Enrique Peña Nieto por vía del referéndum popular.



El PT es una organización fundada en 1991 mediante la cohesión de diversas organizaciones populares del norte de México. En su declaración de principios se propone “construir, desde hoy, los fundamentos éticos de la sociedad futura a través de la educación y la práctica de la ética revolucionaria, basada en estos principios, que permitan la construcción de una sociedad socialista”.

Pero no es un Partido que goce de popularidad. Históricamente ha pululado entre el 2 y el 6 por ciento de votación nacional, salvo en las ocasiones en las cuales ha ido en alianza electoral, casi siempre de la mano del Partido de la Revolución Democrática (PRD), hoy por hoy en debacle por su responsabilidad en la masacre de Ayotzinapa y otras más en el Estado de Guerrero, donde es Gobierno. Su mejor época la vivió en las últimas dos elecciones presidenciales apoyando a Andrés Manuel López Obrador.

Tampoco es un partido puro. La desesperación por arrancar posiciones de sus representaciones en algunos Estados lo ha llevado a formar coaliciones electorales con la derecha. A veces con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), otras con el Partido Acción Nacional (PAN), obedeciendo a coyunturas locales, donde tanto uno u otro de estos Partidos ejerce una hegemonía a nivel estatal. Esto, como es evidente, le ha valido críticas severas, al asumir posiciones burdamente pragmáticas. Pragmáticas e inservibles. Así le pasó en los recientes comicios. El PT se alió con el PRD en las elecciones locales de la Ciudad de México, al PAN en las del Estado de México y al PRI en las de Querétaro. El resultado fue desastroso. En las tres perdió y puso un lastre a su votación arrastrándolo por debajo del límite legal del 3 por ciento de la votación para que un Partido mantenga su registro nacional, según las disposiciones de la nueva Reforma Electoral aprobadas en el 2014. Menos mal para el PT que se desechó que el piso fuera del 5 por ciento como proponían algunos legisladores.

A pesar de esto, el PT fue solo en las elecciones a la Cámara federal. Todo indicaba que libraría la base del 3 por ciento, y metería entre 9 y 12 diputados y diputadas. Pero algo pasó.  En la madrugada del miércoles 10 al jueves 11, el sistema de cómputo del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Instituto Nacional Electoral (INE), sufrió un apagón. Así, tal cual, el sistema se cayó hacia las 2:30 am de ese día y tras resarcirse, el PT aparecía con 37, 037 votos menos de los contados, lo cual le hacía perder el registro. El INE negó cualquier irregularidad.

Desglosando lo ocurrido, esto fue lo que pasó:

El lunes 8, un día después de la jornada electoral, el PREP del INE contaba el 98.63% de las casillas electorales. El PT obtenía entonces 1, 053, 085 votos, registrando 3.03% de la votación valida emitida. Posteriormente, el árbitro electoral ordenó un reconteo del 60% de las casillas debido a  diversas irregularidades. Al llevar el 91. 40% del recuento, el PT registraba un leve retroceso hacia el 1, 033, 501 votos, pero aun manteniendo el registro. Fue entonces cuando se cayó el sistema por espacio de 30 minutos. Al reiniciarse el cómputo, el Partido del Trabajo reapareció con solamente 969, 464 votos; es decir, con 37, 037 votos menos, quedando con 2.99% de la votación emitida. ¿Dónde quedaron esos votos? El INE aún no responde.

Ni responderá. No lo hará por consigna. No lo hará porque, sin el PT, Peña Nieto se queda con una oposición a modo y disminuida en el Congreso, propicia para la simulación. El PRD no existe, está entregado, más valdría su disolución. El  Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de López Obrador está concentrado en sus victorias en la Ciudad de México donde se convirtió en primera fuerza política. El partido Movimiento Ciudadano, carece de solidez. A cambio, las curules que serían para el PT, por ley, pasan al partido mayoritario; es decir, al PRI. Negocio redondo.

Pero eso no es todo. Con estos resultados, el PT se queda sin la posibilidad de participar en las elecciones presidenciales del 2018 donde, según anunció desde hace tres años, una vez más apoyaría a López Obrador. Descarrilar al petismo es asestar un golpe a la franja opositora el PRI en la sucesión por venir. Es terminar la tarea que inició el PAN cuando fue Gobierno entre los años 2000 y 2012, donde se propuso desaparecer al Partido del Trabajo por mandato de la Organización Demócrata Cristiana de América (OCDA). ¿La razón? El abierto apoyo que el PT ha dado a organizaciones revolucionarias como las FARC-EP y sus relaciones bilaterales con el Partido Comunista de  Cuba y el Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, principalmente. Estas y otras organizaciones revolucionarias y de izquierda del mundo, se reúnen desde hace 19 años en México en  el Seminario  internacional “Los Partidos y la Sociedad” que organiza el petismo. Pecados que la reacción fascista no le perdona.

Finalmente el PT no desaparecerá del todo. Le quedan lo registros que logró en diversos Estados. Ahí participará en comicios locales. Pero más allá de eso, se propone su reconstrucción sin los elementos que sólo se agregaron a él para obtener cargos. Así me lo dijo Arturo Aparicio Barrios, miembro de su Comisión Ejecutiva Nacional: “Las personas que fallaron o traicionaron el proyecto no tendrán más cabida.  Se dará un proceso de autocrítica para ser una verdadera opción de izquierda para la ciudadanía. Seguir en la lucha hacia la construcción del poder popular”. Tales intenciones se fraguarán o disolverán con los hechos en los meses por venir. Es cierto, Peña Nieto consiguió  descarrilar al PT. Pero, sin proponérselo,  también le hizo un favor. Esta sacudida era necesaria.





Comentarios

  1. Excelente análisis. Estoy seguro que lo mejor del PT sabrá seguir al lado de los trabajadores en sus luchas y en la defensa de sus derechos. Con o sin registro. De toda esa abigarrada gama participantes en las elecciones, el PT es lo más cercano al pueblo.
    Adelante.

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    1. Una nueva oportunidad que el PT tendrá que aprovechar para convencer que realmente es un partido de izquierda. Gracias por tu comentario.

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