Colombia: El valor de la paz


Por Antonio.
Núcleo Bolivariano Hugo Rafael Chávez Frías –Valle del Cauca

Lo más importante que está sucediendo en américa latina
es la tentativa de construir la paz en Colombia.
José pepe Mujica (presidente de Uruguay)

Es precisamente después de la segunda guerra mundial, que la investigación sobre paz se posiciona en las ciencias sociales como un tema prioritario, pues durante mucho tiempo las sociedades profundizaron en la investigación de las guerras y las violencias, sin tener una idea general de a que se referían cuando se hablaba de paz, y que tipo de paz se necesitaba para que una comunidad viviera dignamente en condiciones justas, igualitarias y en libertad.

Las grandes masacres humanas generadas en el mundo en el marco de la primera y segunda guerra mundial a través de la utilización de armas de destrucción masiva, propiciaron la reflexión global sobre el carácter destructivo del cómo se estaban estableciendo las relaciones internacionales entre estados, lo que conllevó a establecer acuerdos para la regulación de la guerra (DIH) y la construcción de la paz en los niveles micro y macro de las relaciones sociales; para dicha construcción de la paz, se planteó que los estados debían garantizar a sus naciones el goce efectivo de los derechos humanos, la dignidad y la igualdad entre todos y todas, como medio para lograr la paz y estabilización del mundo.
La paz continuaba siendo un término muy nombrado, pero interpretado de muchas formas, según los intereses económicos, culturales y geopolíticos de cada sociedad.


Uno de los términos más arraigados en el discurso gubernamental es el de la llamada Pax Romana, que tiene sus orígenes en Roma, y que consiste en el sometimiento del actor vencido en la guerra, al cual se podía esclavizar y expropiar de sus posesiones físicas, económicas y territoriales.

Un segundo término constantemente utilizado es el de paz positiva y paz negativa, los cuales fueron propuestos por Johan Galtun y John Paul Lederach, que se definen como: la paz positiva, en la necesidad de cambiar las estructuras, económicos, políticos y culturales que son generadoras de las violencias, entre estas: la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la marginalidad, la falta de educación, la alienación cultural etc. Mientras el de paz negativa corresponde a una visión muy cercana a los intereses del gobierno nacional y el de los grandes grupos económicos, en el que la paz se reduce al silenciamiento de los fusiles, ya sea venciendo al contrincante en la guerra, desarmándolo o llegando a un acuerdo que genere el abandono de las armas como forma de lucha.

La paz liberal es otro de los conceptos que se relacionan mucho con los intereses del gobierno, al plantear que la paz se construye sometiendo la soberanía y autodeterminación del país, a las directrices internacionales del banco mundial, el fondo monetario internacional, y en aspectos
puntuales a la OEA, la ONU, entre otros organismos multilaterales afines al imperialismo, que en muchas ocasiones se vuelven un limitante para el abordaje de temas de soberanía, justicia social, reconciliación, verdad etc.

Otros actores nos hablan del termino de paz interior; un modelo liberal profesado por muchos sectores de la iglesia que plantean que esta se construye de manera personal, al asumir el compromiso individual de no ejercer violencia, ni sobre sí mismo, ni sobre los demás. La paz imperfecta, investigada por el profesor Francisco Muñoz, docente de la Universidad de Granada, plantea que la paz es un proceso de lucha permanente; que no hay un estado ideal de la paz, que la paz no es un fin,
sino un medio para conquistar socialmente condiciones dignas de vida y relaciones sociales Justas e Igualitarias.

Pero John Paul Lederach de nuevo nos habla de la necesidad de la paz comunitaria, y la necesidad de implementarse este modelo de paz en sociedades profundamente divididas y con gran complejidad en su pluralidad y multiculturalidad como la colombiana, ya que la construcción de paz de abajo hacia arriba busca generar un proceso de acuerdo entre los actores locales que intervienen o son afectados directa o indirectamente en el conflicto y en su abordaje. Solo propiciando dichos espacios las bases
lograran legitimar los acuerdos que se realicen en las altas esferas de decisión política.

Otro de los términos muy nombrados cuando se habla de paz, es la Justicia Social, y con mucha razón los sectores más excluidos y marginados concuerdan con que la “paz es justicia social o no es nada”.

Los orígenes del término de Justicia Social se dan en el tránsito hacia el capitalismo, ya que la base de dicho sistema económico es la acumulación desigual de las riquezas, el incremento de mano de obra barata, el consumismo excesivo, el egoísmo, individualismo y la corrupción; la justicia social es un término posicionado en gran medida por el auge de las luchas de los trabajadores en el mundo, el reconocimiento de los derechos laborales y la construcción de una conciencia de lucha de clases,
brindando la posibilidad de generar un gran cuestionamiento sobre el rumbo tan desigual, individualista e injusto que había tomado el mundo.

El planteamiento de que la paz no se logra si no hay una real justicia social, que propicie la redistribución de la riqueza, en el que predomine el bien común sobre los intereses individuales, la igualdad de oportunidades para acceder a la educación, alimentación, salud, trabajo,recreación etc, y la edificación de los valores de la solidaridad y la fraternidad, son los elementos fundacionales del termino de paz con justicia social.

El término de paz desde una mirada valorativa, nos hace un llamado a analizar muy críticamente la frase “no toda paz es justa, ni toda guerra es injusta” ya que si observamos la historia de las civilizaciones, se observa claramente situaciones en las que se reconocía un nivel de paz o estabilidad de una sociedad, pero, que tenían que vivir en grandes niveles de injusticia social o dictaduras, convirtiéndole en una paz injusta; de la misma manera muchas guerras como las que han propiciado revoluciones, conquistas de derechos, liberaciones o autodeterminación, se han convertido en el pasar de los años en guerras justas.

El origen del conflicto colombiano, es una muestra latente de la respuesta digna de un pueblo que se rebela contra la opresión y persecución de un estado violento e ilegitimo. Durante la historia colombiana la construcción del estado se dio bajo la imposición de las normas de juego del vencedor en la guerra, sobre el perdedor y el resto de la población; con unas fuerzas militares apátridas, que no defendieron los intereses del pueblo, sino, de quien ejerce el poder político y económico en nuestro
país. La posibilidad de la construcción de alternativas políticas fue nula, el poder político se redujo al bipartidismo de los conservadores y liberales; las alternativas políticas fueron exterminadas, estigmatizadas o perseguidas, entre algunos casos lo sucedido con el comunismo, el gitanismo, movimientos políticos como la UP, entre otros. Se impuso en la sociedad la idea de que el conflicto había que exterminarlo o solucionarlo, pero dicha solución recibió siempre un trato represivo; ósea
quien subvierta o cuestione el estado por lo injusto, o piense diferente a lo normalmente aceptado, debía recibir un trato militar o ser excluido e in-visibilizado.

Colombia posee además una de las tasas más altas de desigualdad social y económica, uno de los sistemas de salud y educación más paupérrimos del continente, entre muchos otros elementos que propiciaron el levantamiento armado de gran parte de esa población excluida y marginada. Son estos
factores anteriormente nombrados lo que le dan al conflicto colombiano un carácter de rebelión armada, de lucha por la liberación y auto-determinación de nuestra patria.

En el ensayo del padre Javier Giraldo hecho a la comisión histórica del conflicto y sus víctimas CHCV, se puede ver muy claramente que el derecho a la rebelión, consagrado y reconocido en la introducción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en la Declaración
de la Constitución de Estados Unidos y en la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que el derecho a la rebelión es el sustento que hace posible que existan los demás derechos porque de lo contrario el discurso de los Derechos Humanos sería una total farsa.



Este recuento conceptual e histórico de los múltiples conceptos de paz que existen y del derecho a la rebelión como derecho supremo para la existencia de los demás derechos, busca brindar unos elementos conceptuales para que al pueblo colombiano se le permita entender y diferenciar con claridad, a qué tipo de paz hace referencia el gobierno cuando haba de paz desde sus estrados, y de que paz habla las FARC-EP y los movimientos sociales cuando defendemos que la paz es más que el
silenciamiento de los fisiles, que la cárcel no debe ser una opción para quien dignamente decidió luchar por la soberanía, la auto-determinación, la paz con justicia social y la dignidad de nuestro pueblo; que la paz que requiere el país no es un producto exprés, que no requiera de discusiones
profundas, estructurales, ni de la participación de la sociedad en su conjunto. El entendimiento de estos conceptos debe permitir además, entender que intereses defiende el gobierno y a que orientaciones internacionales neoliberales atiende cuando habla de paz respecto a su interés de clase. Fin.

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